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Estoy entusiasmado. Ha llegado por mensajería un paquete de Nueva York. Una amiga de un gabinete de prensa me ha mandado un regalito, unas estupendas sandálias de Donald J Pliner. No suelo recibir regalos de diseñadores ni gabinetes de prensa, primero porque no soy Anna Wintour, segundo por que no me dejo caer mucho por los ateliers ni los showrooms (recordad que estoy en Sevilla), y tercero porque los diseñadores no contemplan mi talla dentro de sus planes de producción (digamos la XXL para no concretar).
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Pero los zapatos son otra historia. Mi 42/43 de pie normal y vulgar hace que los zapatos (y las bolsas/maletines/mochilas) sean mi pequeña debilidad. Me encantaría ser una talla 36 en plan Anna Wintour para que Lagerfeld se partiera la cara por vestirme, pero me conformo con que vistan mis pies de vez en cuando.
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Al grano... Las sandalias que he recibido tienen un toque muy punk, con chinchetas, pero a la vez bastante cool y elegantes. Uso sandalias hasta vistiendo formal, creo que es un paso de la 'liberación masculina' aún no asumida. Si la mujer puede llevar fantásticas sandalias con vestidos de noche, ¿por qué el hombre no puede llevar sandalias con smoking? ¡Pues yo sí lo hago!

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Donald J Pliner no es muy conocido en España a pesar de que lleva en la brecha desde los 70 (creo que no se pueden conseguir aquí). Su trabajo aúna lujo y confort, dos cualidades a veces aparentemente incompatibles, pero cuando me probe las sandalias comprobé que sí que podían coexistir.

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